De vuelta de mi segundo paso por Japón tengo la sensación de plenitud que no tuve en la primera ocasión. Esta vez, nos hemos movido por Tokyo, Kyoto, Osaka, Kobe, Hiroshima, Mijajima y Kanazawa, siguiendo el hanami y sus celebraciones.
Han sido muchas las experiencias que hemos vivido. Nuestro encuentro con el monte Fuji desde el tren, el sorprendente acuario de Osaka, la carne de Kobe, el Hospital abandonado convertido en pasaje del terror del Fuji Q, el paseo junto al Gundam de Odaiba, Akihabara y Shinjuku por la noche, las partidas al Taiko, las horas de cola en el Tokyo Skytree, nuestra repentina adicción al Ramune y, por encima de todo, esa felicidad al poder empezar a comunicarme con mi mediocre nivel de japonés, son sin duda sensaciones que quiero volver a experimentar.
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